“Incluso si esta región escondida en la esquina noroeste de Argentina no produjera vino, seguiría siendo un atractivo para su paisaje surrealista del desierto de Sonora y Marte, la ciudad colonial del siglo XVI y la sensación del tiempo olvidado. Las carreteras aún se lavan después de tormentas espontáneas, y los cañones de roca roja irregular empequeñecen la carretera que atraviesa el vasto desierto salpicado de cactus. Pero la región sí cultiva uvas y produce excelentes vinos de altura de Malbec, Tannat y Torrontes de sofisticadas bodegas alrededor de Cafayate. Un viaje por carretera impresionante para el salvaje oeste, aventurero amante del vino ". Revista Forbes, 2017